Dentro de la literatura generada últimamente, el término neuromarketing está presente en reiteradas ocasiones. La palabra implica la posibilidad de conocer las necesidades de los consumidores de la forma más certera y personal posible. Lo importante frente al tema es definir cuáles son los elementos que influencian la toma de decisiones de los consumidores.
El mayor éxito es lograr la fidelidad del cliente, pero a eso se llega si los productos ofrecen, de forma personalizada, lo que ese cliente está buscando. Esta característica está ligada con la inversión de la empresa en generar, difundir y extender los productos o servicios al alcance de los clientes.
El tema fue discutido durante el encuentro de marketeros nocturnos, en España, desde donde se pudieron obtener reflexiones como que: “el neuromarketing debe ser el GPS de los pensamientos inconscientes sobre los que se asienta la decisión de compra.”
En base a esta afirmación, si se lograra conocer los elementos y las circunstancias que predisponen al ser humano a la compra, se conseguiría definir algunos de sus patrones de conducta y por tanto ofrecer un producto o servicio a la medida. Sin embargo, hay inconvenientes con el neuromarketing.
El primero es que los costos atados a su investigación y desarrollo incluyen pruebas de comprobación de las hipótesis. El segundo es que para generalizar los resultados se deben aplicar las pruebas a un número significativo de individuos. Lo que representa importantes inversiones al servicio de esta investigación.
A pesar de las implicaciones financieras, pareciera ser que el futuro del marketing está en el neuromarketing. Por ser una forma concluyente de acercarse al inconsciente de los consumidores e influir así en su decisión de compra.