Apple registró una caída del 18% de su ganancia en el segundo trimestre fiscal. Una cifra que se mantiene igual que el año pasado; la primera baja en la última década. Los resultados superaron las expectativas de los analistas y destacaron la solidez de los dos principales productos de la marca iPhone e iPad.
Los resultados, sin embargo, no alcanzan a mermar la crisis por la que atraviesa el gigante de la tecnología en bolsa. La última caída de los precios de las acciones de Apple significaron una pérdida de U$ 280.000 millones en capitalización. Dentro de un mercado que alcanzó un máximo de U$ 702.10, apenas en septiembre pasado.
Parte importante del nerviosismo de los inversionistas proviene de la forma en que Wall Street entiende y valora a la marca: como si se tratase de un fabricante de hardware. Cuando en realidad, -de acuerdo a analistas e inversionistas, – se le debería categorizar como un fabricante dual de software y hardware.
La diferenciación es vital, porque de seguírsele tratando como a una compañía de hardware, el crecimiento de Apple podría terminar en la medida en que teléfonos inteligentes y tabletas se conviertan en commodities y, por lo tanto, cambien los gustos de los consumidores.
Sin embargo, si la marca es catalogada como un híbrido entre hardware y software, podría parecerse más a las empresas de internet y a los fabricantes de software que generan fuentes de ingresos constantes y que a menudo cotizan a una mayor relación precio-ganancias que aquellas dedicadas exclusivamente a software.
Katy Huberty, analista de Morgan Stanley aseguró que “el mercado considera a Apple como una empresa de hardware de consumo relacionada a ciclos de productos que generan ingresos y flujos de ganancias volátiles.” Sin embargo, esa no es una visión total, porque “los clientes de Apple compran una marca que ofrece una facilidad de uso similar a la de empresas como Amazon.”