Según el antropólogo Grant McCracken «la cultura es el gran misterio del capitalismo», pero esto se puede cambiar con una mentalidad de éxito. La idea que tienen las marcas de la cultura se tiene que transformar, pasando de una abstracción a una fuente valiosa de inteligencia.
El primer paso en este nuevo planteamiento es definir el problema. Es necesario conceptualizar la cultura como la capacidad universal humana de clasificar y codificar experiencias simbólicas y comunicar experiencias simbólicamente codificadas. Esto se puede aplicar a una empresa, ya que hay señales que son interpretadas y con las que se actúa de forma acorde.
Las señales culturales deben ser interpretadas como otras formas de información que juegan un papel importante en la planificación estratégica y la generación de ideas creativas. No se trata de buscar un gurú creativo, sino de considerar a la cultura como el problema empresarial que realmente es, explorar los procesos para despiezar esa información. Pues desarrollar una inteligencia cultural dará la fuerza necesaria a la promesa de marca para el gran mercado hablando directamente a los individuos. Y en este sentido, la implicación de los community managers y las marcas como medios de comunicación está más que clara.
Por esto hay que empezar a diseñar un plan y empezar a recopilar tendencias en un catálogo para después analizarlas con el objetivo de encontrar datos significativos, escuchar a los consumidores que forman parte de la cultura de interés, identificar patrones socioeconómicos y plantearse qué significado tiene todo esto en relación con la marca.
La cultura la conexión que puede fortalecer la narrativa de una marca. No es tanto un marco que guíe la cultura como una llamada a la acción, sino la oportunidad, a través de la comprensión cultural, de crear un trabajo que llegue a los individuos con potencia y escala.