Venezuela está padeciendo la peor escasez de bienes de consumo y alimentos de los últimos cuatro años. Comprar harina de maíz, base para las tradicionales arepas, se ha convertido en un intercambio ilegal por la especulación generalizada. Comprar otros productos como la carne, el azúcar, el aceite o el papel higiénico se ha convertido en una aventura. ¿A qué atribuirle esta situación? Dicen los expertos económicos que se trata de la confluencia de tres factores, primordialmente.
El primero, en 2003 el Gobierno implementó controles cambiarios para frenar la fuga de capitales. Como resultado, las importaciones se limitaron. El segundo, en 2011 se impusieron precios máximos a los productos, lo que hace imposible que se lleguen a cubrir los gastos de producción. Finalmente, el desmedido gasto electoral para la reelección acentuó la escasez.
El índice de escasez del banco central, que calcula el porcentaje de productos ausentes en las perchas, reportó su pico más alto desde mayo de 2008: 16.3%. El desabastecimiento nacional es uno más de los retos de la actual administración, luego del dilema político que representa la ausencia del presidente Chávez debido a su estado de salud.
Pese a que los letreros especifican que no existe harina o azúcar, hay quienes afirman que sí se puede comprar. Eso sí, pagando un 30 o hasta un 90% por encima de los precios permitidos. Por ello, algunas panaderías han impuesto límites de compra: dos paquetes de aceite de cocina por persona. El Gobierno admite la crisis y culpa a los especuladores de querer desestabilizar su propuesta socialista.